Accidente o suceso que sobreviene de forma imprevista. Es también la situación de peligro o desastre que requiere una acción inmediata. La emergencia exige obrar con celeridad para evitar consecuencias incalculables. Y cuando son extremas, colocan a menudo a las personas en situaciones límite. Una acción correcta puede ayudar a salvar una vida. Los primeros auxilios nos enseñan a detener una hemorragia, tratar una quemadura, o aplicar la reanimación cardiopulmonar. También a contener a una persona, a tranquilizarla. La contención y el apoyo que se brinda a una persona son tan importantes como saber qué hacer ante una lesión física.
Una persona que se desmaya en la calle o que sufre una quebradura por un tropiezo, necesita de alguien que le practique los primeros auxilios hasta la llegada de una ambulancia o de un médico. En los últimos meses, hemos informado de partos, que en situación de emergencia han practicado policías y otros ciudadanos. En nuestra edición dominical, le dedicamos un amplio espacio, a la llegada al mundo de Carlitos, un bebé cuyo parto fue atendido por la hermana de su joven madre y por guardias de seguridad privada; uno de ellos se animó a cortarle el cordón umbilical a través de las instrucciones que le daban por teléfono.
Uno de ellos contó que llamaron al 911 y al 107, pero fue en vano. “Por teléfono, un médico del 107 nos indicó que le dijéramos a la mamá que alzara al bebé y lo pusiera sobre su pecho para que se tranquilizara, y que lo tapara, para que no sintiera frío. Hicimos eso, pero nadie se animaba a cortar el cordón umbilical”, dijo. Otro guardia relató que finalmente llegó un móvil del 911 con dos oficiales, pero no sabían cómo actuar. “La ambulancia no aparecía, y ya habían pasado más de 30 minutos. Pedí por teléfono al personal del 107 las instrucciones para cortar el cordón, y con ciertos temores me animé”, dijo.
Esta situación pone en evidencia la escasa educación en primeros auxilios de la población. Algunos ciudadanos socorren al prójimo, guiados por la intuición o por alguna, información que recibieron circunstancialmente. Décadas atrás, ya en la escuela primaria, se brindaban nociones básicas acerca de acciones a abordar para ayudar a una persona en situación de emergencia. Se enseñaba también a armar el botiquín de la casa. El propósito de los primeros auxilios es aliviar el dolor y la ansiedad del herido o enfermo y evitar el agravamiento de su estado. Sin embargo, esta práctica saludable -como tantas otras que tienen que ver con la salud y la instrucción cívica- dejó de enseñarse. De tiempo en tiempo, se dictan talleres de capacitación
Sería importante que en todos los ciclos educativos se dictaran cursos de primeros auxilios, por lo menos, una vez al año. Se podría diseñar un plan que abarcara toda la provincia y a tal fin los ministerios de Salud y de Educación podrían solicitar quizás la colaboración de la Cruz Roja local, de la Escuela de Enfermería y de la Facultad de Medicina. Estos cursos, así como los de defensa civil, podrían hacerse extensivos, por ejemplo, a las reparticiones públicas, a las empresas privadas y a quienes deban obtener la licencia de conducir.
De ese modo, la ciudadanía estaría preparada para preservar la vida propia y del prójimo en casos de urgencias. La vida es el don más preciado que tenemos, nunca deberíamos olvidarlo.